3 de mayo

Mañana es el cumpleaños de mi madre.

Oficialmente ella no volverá a cumplir años, pero en mi vida las reglas las pongo yo, así que cada 3 de mayo en esta casa seguirá siendo el cumple de la abuela Maribel.

Mi abuela Carmiña siempre decía que mi madre tenía adoración por mí y yo ahora entiendo ese sentimiento, porque cada día yo siento más y más adoración por Carmen.

Mi hija es perfecta. Perfecta para mí porque ya he dicho que en mi vida mando yo.

Echo muchísimo de menos a mamá y desde que murió siento que una parte de mí se ha ido con la familia que me vio nacer.

Esa parte no va a volver nunca.

Y eso me hace pensar que Carmen está creando conmigo y con este momento de su vida, una relación y unos recuerdos que van a ser importantes para ella mucho después de que yo haya muerto.

Estoy disfrutando mucho de los días festivos de esta semana.

No tengo ni dos minutos de soledad. Cada vez que intento abrir un libro o ponerme a ver algo, aparece una enana rubia despeinada a traerme un juguete o a contarme algo.

Mi niña no se quiere despegar de mí y yo no quiero que lo haga.

Algún día para ella yo seré un recuerdo y un refugio, pero ella para mí es algo muchísimo más grande que eso.

Carmen es mi motivo. Es mi propósito.

Mañana celebraremos el cumpleaños de mi madre.

Hay algo trascendente en todo esto de traer seres al mundo y amarlos más que a tu propia vida, que creo que no terminamos de entender del todo.

Es algo cósmico. Un por qué y un para qué.

Si me permito soñar, quizás algún día Carmen tenga sus propios hijos y sus propios nietos.

Esos nietos de mi hija estarán muy lejanos en el tiempo de mi madre y de mis abuelos.

Pero habrá una conexión muy poderosa entre ellos que jamás podrán ni adivinar.

No entendemos una mierda de la vida, de qué hacemos aquí y de para qué hemos venido.

Pero yo soy ahora madre y puedo intuir algo.

De momento, mañana es el cumple de la abuela Maribel.

¡Te quiero mamá! No sólo no me he olvidado de ti, es que todavía no puedo pensarte sin inundarme en lágrimas y tristeza.

Carmiña, mamá, yo, Carmen….

Sí, definitivamente, algo empiezo a intuir de por qué hemos venido a la vida.

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